Como yo, el creador Ernesto Neto nació en Brasil. Y al igual que nosotras, desde Lalanalú, él también parece querer envolver el mundo en ganchillo. Es uno de mis artistas visuales preferidos, de los que utilizan hilos y telas como forma de expresión.
Este carioca anuda gasas y teje a ganchillo membranas de algodón y licra para rodear todo tipo de materiales: desde perlas de plomo, espuma y abalorios hasta especias. Así, crea volúmenes que cuelgan del techo. Los sitúa a diferentes alturas y los deja suspendidos. Algunos llegan hasta suelo, con un equilibrio que parece precario. Otros se expanden en el suelo y forman paisajes de órganos, vísceras y ovillos deshechos. A veces, crea masas blandas como nubes de algodón o cuevas y túneles de ganchillo. Sus instalaciones parece que respiren y nos obligan a mirar hacia el interior. Su obra, sobre todo, reivindica el contacto del cuerpo con la naturaleza. Interesante, ¿verdad?
Para Ernesto Neto, el súmmum de la sofisticación es construir objetos con nudos. Coincido totalmente con él, es algo casi adictivo. Por eso, en nuestros talleres lalanaluneros muchas veces tejemos con los dedos. Es algo al alcance de cualquiera. Pero él va más allá: quiere que el visitante participe en sus exposiciones, que se suba sobre sus piezas, que se tumbe en ellas. Incluso, si te da la lana, que las abraces y te dejes envolver por ellas.
Me encantan su trabajo y su filosofía. Ernesto cree que todos tenemos algo en común y explora aspectos básicos de las relaciones humanas con colores, olores y texturas. Es su forma de hablar del paso del tiempo, la naturaleza, los valores, la intimidad y la vida. También, de reivindicar la artesanía como parte de la cultura popular brasileña. Por eso, organiza talleres alrededor de sus exposiciones: de ganchillo para tejer amistades y de aromas para crear fragancias. Las suyas son los caramelos y los cocos de los vendedores ambulantes de las playas de Río.
Te animo a viajar en el tiempo y a dejarte inspirar con “El cuerpo que me lleva”, una monografía que se expuso en 2014 en el Guggenheim de Bilbao. Mira las fotografías y quizá pienses en cómo harías tu propia instalación. Explora los límites y las formas con hilos de colores, guarda tus recuerdos en medias y cuélgalos del techo o construye tu espacio para tejer con tus propias manos. O donde el ganchillo te lleve. Anímate tú también a pensar en cómo sería un mundo envuelto en ganchillo.
Kiara