¿Sabías que… existe una isla de tejedores lalanaluneros?

La isla peruana de Taquile quizá no sea un paraíso, pero se le parece. Te contamos el motivo en un tirar de hebra. Casi toda su población se dedica a tejer prendas y complementos de colores vivos y alegres. Más cosas que quizás no sepas… Muchas de las piezas están tejidas sólo por hombres. Los más de 2.000 habitantes se rigen por el código moral inca «Ama sua, ama llulla, ama quella», que significa: no robarás, no mentirás y no serás perezoso. Y ya se sabe que tejer y tener pereza no tienen nada que ver. Para esta comunidad, tejer es mucho más que una forma de subsistencia, es una visión del mundo.

Los taquileños han heredado el sistema social de las culturas precolombinas, basado en la toma de decisiones y el trabajo colectivos. Hombres, mujeres y niños se dedican a tejer, pero cada uno se especializa en el proceso y la confección de distintas prendas. Desde párvulos, juegan con las ruecas para aprender a hilar y a preparar la lana para las personas mayores.

Hombre tejiendo en Taquile. Vía Flickr promperu

Los niños se inician en el punto a los ocho años hasta crear piezas como el clásico chullo, un gorro con orejeras tejido a cinco agujas (o palitos). Antes se fabricaban con espinas de cactus. Actualmente se construyen con rayos de rueda de bicicleta doblados por las puntas. Aunque cada joven desarrolla sus propios patrones, todos siguen el mismo código cromático, ya que los colores se corresponden con el estado civil o el estatus social de quien lo lleva. No sabemos cómo resultará en el lago Titicaca pero podría ser ideal, por ejemplo, para situarse en una disco. Los casados usan el rojo, los solteros combinan el blanco y el rojo, los que buscan pareja utilizan la posición de la punta del chullo como señal. Además del punto, los hombres se especializan en el telar de pedal de la época colonial para tejer bayetas, es el tejido base de pantalones, chalecos, chompas, chalinas y faldas (o polleras).

¿Y qué hacen las mujeres? Te lo estarás preguntando. Pues ellas suelen encargarse de preparar e hilar las fibras de lana de oveja, llama y alpaca. Las taquileñas también tejen, aunque sólo utilizan la awana, un telar horizontal precolombino. Para ajustar los hilos, usan un hueso afilado de llama (wichuña). Dicen que “guarda los conocimientos secretos”, así que nos encantaría probarlo. De esa forma, crean tejidos lisos y bicolor con la faz de urdimbre, que consiste en programar todo el tejido en el momento de preparar los hilos. A los doce años, las niñas ya dominan las técnicas básicas para tejer fajas (chumpi), mantas (llicllas) y bolsitas para guardar hojas de coca (chuspas). Los chumpis son una prenda común a todos los taquileños. Todas tienen unos nombres que nos llaman muchísimo la atención, pero la prenda más peculiar es la faja-calendario. Es la que recoge la tradición oral y la más simbólica. En ella se representan los ciclos anuales relacionados con las actividades rituales y agrícolas de la comunidad. Figúrate que tuvieses un fajín que te avisase de cuándo llegan las vacaciones o es el momento de podar tus plantas. A nosotras, la faja-calendario nos ha parecido como la primera App antes del móvil.

 

Cinturón Taquile. Vía Flickr por Ngaire Hart (Lawson)
Tejidos de la isla Taquile. Vía uncambiodeaires.com

 

De cualquier manera, los taquileños nos parecen unos artesanos de lo más lalanaluneros. Crean entre todos cinturones, gorros, bolsos, mantas y ponchos con sus características figuras, bandas y listas. Los colores tradicionales son el rojo, el negro, el verde, el azul, el marrón, el plomo y el blanco adornados con pompones de tonos alegres. Aunque con el tiempo y para vender sus creaciones, han ampliado la gama cromática gracias a las fibras sintéticas y a las anilinas. Para esta comunidad la comercialización de prendas les ayuda en su desarrollo económico y, sobre todo, a continuar con la tradición textil de la isla.

En 2005, Taquile y su arte textil fueron proclamados «Obras Maestras del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad” por la UNESCO. Por este motivo, la isla recibe más de 40.000 turistas al año. Si tú también sientes curiosidad y quieres ir de visita para asistir a su escuela especializada en artesanía local, prepárate. En la isla no hay luz ni agua corriente, ni coches, ni hoteles ni mucho menos internet. Por eso han desarrollado un modelo de turismo alternativo controlado por los taquileños. Suena como toda una aventura lalanalunera. ¿Te apuntarías a vivir así, creando prendas con toda la tradición del pasado? ¿Quién podría más tu móvil lleno de Apps o la faja-calendario? Anímate a contárnoslo.

 

 

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